Alto y claro. Investigador científico y director del Instituto de Filosofía del CSIC, Txetxu Ausín centra sus líneas de investigación en la ética pública, la bioética, los derechos humanos y la filosofía de las tecnologías disruptivas. Doctor en Filosofía, defiende la idea de reconocer el cuidado como un bien público, cuidar del cuidado, y buscar el modo de organizarse colectivamente. Partidario de redistribuir los cuidados a través de instituciones, organizaciones y personas, participará en la mesa de debate organizada para reflexionar sobre la sostenibilidad de los cuidados y, en concreto, sobre cómo “Garantizar un cuidado ético y sostenible desde el punto de vista personal y social”.
Txetxu, ¿qué te gustaría compartir en el Congreso de los Cuidados?
Me gustaría compartir la reflexión que desde la filosofía pone el cuidado como eje central de la ética y de la política en la medida en que la vida humana es inconcebible sin relaciones de cuidado. Sin cuidados no habría ni organización social, ni económica, ni cultural, ni política. Somos personas interdependientes y, por ello, cuidamos y nos cuidan.
Teniendo en cuenta que el trabajo de cuidados vertebra las sociedades y, al mismo tiempo, expresa y reproduce la desigualdad, ¿por qué crees que es necesario alcanzar un pacto por los cuidados? ¿Qué contenidos debería contener dicho pacto?
Es bien conocido que nos enfrentamos a una crisis de los cuidados. El enorme logro social que es la longevidad y el aumento de la esperanza de vida se une a una disminución de la tasa de fecundidad, a los nuevos modelos de familia, a la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y a la falta de corresponsabilidad de los hombres (según el FMI el PIB global crecería el 4% solo si el trabajo no pagado estuviese mejor repartido).
A esto se suman los recortes en el estado del bienestar y las ayudas públicas. Todo ello produce un desequilibrio creciente entre la necesidad de cuidados (para 2050 se prevé en España el triple de población que supere los 80 años) y su provisión. Pocas personas podrán satisfacer sus necesidades de cuidados a través de un mercado que, a su vez, produce desigualdad (subempleo, aislamiento y soledad, enfermedad…). Por ello, hay que reconocer el cuidado como un bien público, cuidar del cuidado, y buscar el modo de organizarse colectivamente.
El pacto por los cuidados debería incidir en la centralidad de los cuidados para la reproducción social y, por tanto, en la necesaria redistribución de los cuidados a través de instituciones, organizaciones y personas. Según Eva Feder Kittay, “a cada cual, según su necesidad de cuidado, de cada cual de acuerdo a su capacidad de cuidar, y el apoyo de las instituciones sociales para poner a disposición de los que prestan atención y cuidado, recursos y oportunidades”.
¿Qué agentes deben formar parte de este pacto?
Instituciones, empresas, tercer sector y ciudadanía. Si bien el pacto debe impulsarse desde las instituciones, en colaboración con la empresa y las organizaciones de la sociedad civil, especialmente aquellas vinculadas a los servicios sociales, en última instancia se trata de un pacto “social” que requiere compromisos comunitarios para abordar la crisis de los cuidados y una nueva forma de re-vinculación social.
Danos un par de razones para estar en Donostia en el Congreso de los Cuidados
Vivir en sociedad es, en última instancia, cuidarse mutuamente. Poner los cuidados en el centro de la reflexión y de las políticas públicas es indispensable para la reproducción social. Y plantear públicamente la necesidad de un pacto de cuidados es enfocar la vida social y política de modo realista. Como dice Joan Tronto: “Queremos democracia: y eso significa compartir entre todas y todos, de manera igual y justa, las penas y las alegrías que implican los cuidados”.